Mal dimensionamiento: 40%
Mala instalación (sin experiencia): 40%
Mal equipamiento: 20%
Entende tu necesidad real.
¿Querés un respaldo para cortes de energía?
¿Qué querés respaldar y mantener energizado cuando se corta la luz, por cuantas horas?
¿Querés bajar el costo de tu factura eléctrica? ¿Conocés las diferencias entre un sistema ongrid y offgrid o con batería?
Esta son algunas de las consultas mas importantes, pero luego de aclarar esto, es importante hacer una buena base de cálculos, sin una buena base de cálculos pueden pasar varias cosas:
a) Pueden no funcionar para lo que necesites y luego gastarás mas dinero en readaptarlo para que funcione.
b) Un sistema sobredimensionado será mas caro e ineficiente
c) Un sistema subdimensionado no cubrirá tus necesidades energéticas
Conclusión: Una empresa seria centra su contacto inicial con el cliente en entender muy bien la necesidad, va a hacer muchas preguntas por ejemplo si es una heladera inverter, o si es una heladera común, va a hacer muchas consultas sobre las horas de uso de los artefactos o la cantidad de horas de autonomía del sistema en caso de ser un sistema hibrido (para cortes de energía) o la cantidad de días de autonomía en invierno en caso de un sistema off grid.
Por otra parte una base de calculos es el unico documento que puede respaldarte ante futuras quejas, porque es un documento que garantiza que los consumos calculados fueron calculados o no debidamente y el sistema fue dimensionado en base a dicho documento.
La experiencia marca la diferencia
Los primeros años de una empresa instaladora están llenos de aprendizaje, y muchas veces ese aprendizaje llega cometiendo errores. Una empresa con menos de 3 años en el rubro tiene, en general, más probabilidades de fallas que una con 5 o 10 años de experiencia real en el campo.
Esto no garantiza el éxito por sí solo. Puede haber empresas nuevas con profesionales muy bien formados, y también empresas con muchos años que trabajan en volumen y no en calidad. Por eso, lo más importante es hacer una pequeña investigación: buscar referencias, ver proyectos realizados y, sobre todo, hablar con clientes que estén realmente satisfechos.
Lo clave es evitar improvisados. Lo ideal es trabajar con profesionales que te acompañen en todo el proceso, desde el diseño hasta la puesta en marcha y el seguimiento. Desconfiá de quienes dicen “mejoramos cualquier presupuesto”, porque hacer un trabajo serio implica usar equipos de calidad, respetar normativas, y aplicar buenas prácticas en cada detalle.
Un ejemplo simple: no es lo mismo dejar cables sueltos sobre el techo que canalizarlos correctamente en caños o bandejas galvanizadas. El cable al sol se reseca, pierde eficiencia y puede provocar fallas. Esto es solo un detalle, pero hay cientos como este que hacen la diferencia entre un trabajo profesional y uno improvisado.
Los profesionales serios usan buenas herramientas, invierten en tecnología, seguridad y movilidad para dar un servicio de calidad. Una instalación mal hecha o apurada puede traer más problemas que soluciones. He visto muchísimos casos donde el cliente termina peleado con el instalador y gastando mucho más tratando de arreglar los errores que se podrían haber evitado desde el principio.
Si bien las fallas en general son causadas por mal dimensionamiento y mala instalación, contar con equipos fiables y con tasa de fallas bajas puede hacer la gran diferencia entre el exito o fracaso de una instalación.
No alcanza con que el equipo “funcione”. En el rubro solar, lo barato suele salir caro. Un inversor que se reinicia solo, un panel con PID o puntos calientes, o una batería con celdas mal balanceadas puede tirar abajo toda la inversión. La tasa de fallos en equipos económicos es mucho más alta, y el soporte técnico suele ser nulo o lento.
Trabajar con marcas reconocidas, con respaldo en el país y garantía efectiva, reduce el riesgo de fallas críticas y asegura que ante cualquier problema haya repuestos, servicio técnico y soluciones reales.
Además, elegir proveedores confiables garantiza no solo la calidad del producto, sino también el acompañamiento postventa, algo clave cuando hablamos de una inversión que tiene que durar más de 25 años.
No todos los equipos rinden igual. Un inversor eficiente puede consumir hasta 9 veces menos energía solo por estar encendido. En pruebas reales, he mostrado cómo un equipo económico llega a consumir 75W en reposo, mientras uno de calidad consume apenas 9W. Esa diferencia sostenida en el tiempo tiene un impacto directo en el tamaño del sistema necesario y en el bolsillo.
Un equipo ineficiente necesita entre un 20% y 40% más de almacenamiento en baterías, y hasta un 20% a 40% más de paneles para cumplir la misma función. Cuando se suman esos costos, el sistema “barato” termina saliendo más caro que invertir desde el principio en tecnología eficiente.
Además, elegir equipos con continuidad en el mercado garantiza que haya repuestos, actualizaciones, y soporte a largo plazo. La eficiencia no es solo energética, también es económica y operativa. En sistemas críticos, invertir en equipor con fallas, que tienen problemas de software, que no teienen respaldo, puede ser muy caro a corto, mediano y largo plazo.
La electricidad no perdona errores. Una mala instalación puede provocar incendios, dañar equipos, causar pérdidas materiales graves e incluso poner en riesgo vidas.
Por eso, la seguridad no es opcional. Es clave cumplir con las normativas y usar todos los elementos de protección necesarios: fusibles, térmicas en corriente continua y alterna, descargadores de sobretensión, puesta a tierra, disyuntores, y sistemas para desconectar o conmutar ante fallas. El ABC de la electricidad es conocer por ejemplo la ley de Ohm, o saber que las termicas protegen los cables de sobrecorriente o sobretensión, una falla de dimensionamiento, provoca un recalentamiento o un incendio.
Un sistema solar bien hecho no solo genera energía: también protege lo más importante.
No todas las baterías son iguales, y elegir mal puede acortar la vida útil del sistema y hacerte gastar más de lo necesario.
Las baterías de plomo (AGM o Gel) suelen durar unos 2000 ciclos si se descargan solo un 30%, mientras que una batería de LiFePO₄ puede alcanzar 6000 ciclos al 80% de descarga. Esto significa que, con un uso diario normal, una LiFePO₄ puede durar entre 6 a 9 veces más que una de plomo.
Además, las LiFePO₄ son mucho más eficientes: tienen menores pérdidas en la carga/descarga, entregan más energía útil, y mantienen su rendimiento a lo largo de los años.
Plomo: Si cargás 100 Wh, solo recuperás entre 75 y 85 Wh. El resto se pierde en calor y reacciones internas.
LiFePO₄: Si cargás 100 Wh, recuperás entre 95 y 98 Wh. Mucho más eficiente.
¿Dónde puede tener sentido usar plomo? En sistemas de respaldo o backup, donde las baterías están siempre cargadas y solo se usan en cortes. En ese caso, el desgaste es mínimo, y puede ser una opción válida.
Pero en sistemas solares que trabajan todos los días, conviene pensar a largo plazo. Una batería LiFePO₄ bien instalada puede durar más de 15 años, mientras que una de plomo probablemente haya que cambiarla 3 o 5 veces en ese mismo período, siempre y cuando el sistema este bien dimensionado descargando solo el 30%.
Invertir bien desde el principio evita gastos innecesarios más adelante.
Uno de los errores más comunes es diseñar un sistema solar justo para el consumo de hoy, sin pensar que ese consumo puede crecer. Y la realidad es que casi siempre crece.
Me ha pasado instalar sistemas donde al año aumentan un 50% el consumo (más equipos, más tecnología, más personas en casa), pero no se dimensionaron paneles ni baterías para eso. Resultado: el sistema no logra recuperar carga, la batería se agota y los cortes se vuelven frecuentes. Termina siendo un dolor de cabeza.
Un ejemplo claro: agregar una antena Starlink. Su consumo diario puede ir de 900 Wh a 1600 Wh, lo mismo que dos heladeras inverter. Si ese sistema estaba pensado solo para una heladera, luces y una compu, el impacto es enorme: la autonomía en días nublados puede caer de 5-6 días a solo 1 o 2.
La buena noticia es que muchos sistemas, como Victron, son escalables. Pero ojo: si no se piensa desde el diseño, ampliar después puede salir más caro por cuestiones de instalación, cableado o compatibilidad.
Un buen sistema solar no solo cubre el presente: está preparado para crecer.
Un sistema solar sin monitoreo es como manejar con los ojos vendados. No se trata solo de ver si “anda”, sino de entender cómo está funcionando, cuánto está cargando, cuánta energía se consume, y cuánta autonomía queda.
En sistemas chicos, al menos se recomienda un buen monitor de baterías, que indique con precisión el porcentaje de carga real y el tiempo estimado de autonomía según el consumo actual. Esa información permite tomar decisiones a tiempo: apagar cargas innecesarias, evitar descargas profundas, o saber cuándo hay que cuidar la batería.
En sistemas medianos o grandes, el monitoreo remoto es fundamental. Plataformas como VRM de Victron permiten acceder a todos los datos históricos, en tiempo real, desde cualquier lugar. No solo para ver lo que pasa, sino para configurar, actualizar o resolver fallas a distancia, sin necesidad de visitas técnicas.
Además, los instaladores pueden anticipar problemas, guiar al cliente en cortes o errores eléctricos que no tienen que ver con el sistema solar, y asegurar que todo siga funcionando de forma óptima.
La diferencia entre tener o no tener monitoreo puede ser la diferencia entre prevenir un problema o tener que pagar caro por no haberlo visto venir.